miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Votar por una mujer?


Este año toca votar para elegir Presidente de la República, Diputados, Senadores, algunas presidencias municipales, gubernaturas y Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Las del 2012 serán las elecciones más grandes en toda la historia de la democracia mexicana. Desde comienzos del año  sabemos quiénes serán quienes  competirán para la presidencia, aunque la ley electoral establezca que aún no se puede llamar “candidatos” a los aspirantes y esto provoque que hayamos arrancado las campañas con una anticipación extrema, abusiva del espacio de reflexión de las y los ciudadanos, del espacio público (material e inmaterial) y del uso de los recursos que financian todos los movimientos de los partidos políticos y del IFE.
Sabemos entonces que hay dos candidatos y una candidata. Josefina Vázquez Mota no es la primera mujer candidata a la presidencia, pero sí lo es en cuanto a los tres principales partidos políticos, ni el PRI, ni el PRD ni el PAN habían jamás tenido a una candidata contendiendo por “la grande”. Y comienza el discurso electorero. Es a penas marzo, y aunque los programas de gobierno todavía no salen a la luz (a excepción de AMLO, más o menos), ya sabemos que el PRI va a contestar a todas nuestras preguntas “gobernando” y que hay que votar por Josefina Vázquez porque es mujer, como tu madre, como tu hermana, como tú, en el último de los casos.
Votar por cualquiera de los candidatos en función de su género es quizá una decisión tan mala como la de votar en función de la apariencia física, y me refiero con esto a que el voto femenino (esa derecho que las mujeres ejercen siempre tan irreflexivamente) ha sido alentado por el PRI con base en que Enrique Peña Nieto es guapo, o tiene una vida personal de telenovela.
Suponer que el hecho de ser mujer es garantía de que la candidata sea una buena gobernante a la postre es fruto de un pensamiento esencialista y patriarcal que atribuye cualidades estereotipadas a la persona en función de su sexo. Y es fruto de la ignorancia suponer que los méritos se alcanzan por defecto, y con esto me refiero al argumento también sonado de que hay que votar por JVM porque nunca hemos tenido una presidenta – y “México ya está listo”-. Cincuenta y nueve años después de que las mujeres adquirimos el derecho de votar y ser votadas, ya estamos listos. Esta idea es cuando menos poco halagadora.
Pero no quiero prestarme a malas interpretaciones. No es que votar por una mujer sea una tontería. Es evidente que históricamente el Estado Mexicano tiene una deuda con sus mujeres. Votar a Josefina Vázquez Mota, como a cualquier otro candidato teniendo en mente que deseamos una mejora en la calidad de vida de la mitad de la población tendría su lógica y su sentido si su programa de gobierno tuviera que ver en algo con el combate al rezago de las mujeres en todo aquello  que es responsabilidad del Estado.
Esto significaría, por ejemplo, paridad en el Congreso de la Unión y en todos los órganos de gobierno, incluyendo al gabinete presidencial, las policías y los tribunales; impulso a las iniciativas legislativas en materia de Medios de Comunicación y contenidos en prensa, radio, televisión públicas  para identificar y prevenir la violencia discursiva que se ejerce en contra de las mujeres (discursos morales o ideológicos que atenten contra la libertad de las mujeres o estereotipos que perpetúen la cosificación y la desigualdad); diseñar, instaurar y dotar de recursos a organismos e instituciones que vigilen el cumplimiento de los derechos humanos de las mujeres, incluyendo los sexuales y reproductivos; transformar el sistema educativo de manera que se provea a niñas y mujeres el acceso a la educación gratuita y laica, comenzando por la alfabetización total, pasando por una educación básica integral, una educación media que incluya el tema de la ciudadanía, mecanismos o herramientas financieras para alcanzar la autonomía económica y educación socio-afectiva (en lugar de sólo educación sexual), y una educación superior accesible, que permita compatibilizar el estudio con el trabajo, la vida personal y familiar; una ley laboral que contemple mecanismos de garantía de igualdad en los salarios (a méritos iguales, igual acceso al salario y a trabajo igual salario igual) y que proporcione instancias de cuidado infantil y de dependientes (personas enfermas o mayores).
A cualquiera que llegue a la presidencia debe exigírsele justicia para las víctimas de los Feminicidios en Chihuahua, en el Estado de México y demás entidades federativas, reparación del daño para las familias de las mujeres asesinadas y seguridad para quienes luchan por el esclarecimiento de los crímenes, como activistas y periodistas. En general, medidas eficaces para garantizar a niñas y mujeres una vida libre de violencia, esto incluiría por supuesto la eliminación de las redes de trata de personas y el fin de la guerra contra el narcotráfico, o al menos una estrategia no belicista.
Debe abolirse en todas las entidades federativas la criminalización del aborto y hacer de éste un servicio de salud pública libre, gratuito y seguro. Reconocer la diversidad y especificidad de las mujeres y reparar el rezago histórico en materia de derechos humanos de las mujeres indígenas, las presas, las trabajadoras sexuales, las lesbianas y las que ejerzan cualquier opción de diversidad sexual.
Hay mucho  qué hacer por las mujeres, muchas cosas más de las enunciadas. Candidatos y candidata: esperamos sus propuestas.